.

 style=

OTOÑO SAUCEÑO

OTOÑO SAUCEÑO

Para salir a pescar todos los momentos son excelentes, más aún cuando es entre amigos, y el lugar, el servicio y el pesquero subrayan el adjetivo excelente.

Así, de esa manera, sin errar ni una palabra se dio la salida de pesca en Sauce Viejo, a solo 130 kilómetros de San Francisco. 

Cuando llegamos al Petit Hotel ¨Las Rubias¨, lugar perteneciente al complejo de cabañas ¨Caima”, su propietario y amigo Ricardo Di Cicco nos estaba esperando, como es su costumbre con un espectacular desayuno, con las cañas calientes nos preparamos para emprender el día de pesca, que al final del día terminaría en las costas entrerrianas, frente a la ciudad de Diamante, en aguas del majestuoso río Paraná. Embarcamos en lugar que por su prolijidad e infraestructura, por lo menos por mi, es muy poco visto por estas costas, el camping ¨Pura Isla¨, sombra, asadores, cantina, piscina y mas, nada faltaba para iniciar un día perfecto.

Sabíamos por los datos que nos había pasado Ricardo que el pique no estaba de lo mejor, la oscuridad y temperatura del agua no presagiaban un buen día de pesca, y menos para los artificiales, así que lo más seguro era que la pesca de espera con carnada, en buscas de bagres, nos iba a salvar el día.

Luego de varias salidas de pesca en Sauce Viejo pensé que conocía sus distintos arroyos y riachos, pero al de navegar uno 30 minutos me di cuenta lo distante que estaba de lo anterior, Ricardo, viejo conocedor de estos parajes comenzó a navegar por lugares donde la vegetación y flora me hizo recordar mis días de pesca en el amazonas. Arroyos cerrados por exuberantes sauces costeños, donde en ocasiones los rayos del sol apenas si se filtraban entre sus follajes.

La primera parada, en de los pocos lugares donde la vegetación le daba respiro al río, anclamos el cómodo traker y arrancaron con la pesca con carnada, la cual dio sus frutos al instante Jorge y Ricardo con sendos amarillos de buen tamaño, ideal para la fritanga. Yo firme con mi  tozudez seguía con artificiales, cambiando colores, profundad, tamaño, pero el color chocolate del agua hacía difícil que los peces cazadores tomen los señuelos. 

En distintas paradas sobre estrecho pero profundo arroyo que finalmente nos conduciría al Paraná, todos los integrantes de la lancha, Ricardo, Jorge y  Agustín  disfrutaron de seguidas y variadas especias capturadas, el almuerzo estaba asegurado, el segundo objetivo ahora era una presa mayor, con carnada o artificiales en busca del hijo del sol íbamos, y nada mejor que encontrarlo en el gran río Paraná.

Hasta llegar a las costas de entrerrianas de diamante no paramos, la cual no estaba muy lejana a la última parada, si bien el agua seguía con la misma caracteristicas, las probabilidades de pegar alguna presa más grande eran mayores, el Paraná ofrece esa diversidad de tamaños, puede ser sapo o un dorado considerable.

La pericia de Ricardo para navegar nos fue llevando a lugares increíbles e inmejorables para practicar el baitcasting, palos y correderas donde diría un gran amigo en común que teníamos todos los de abordo, “ si yo fuera dorado, viviría ahí “, hacia esos lugares fueron cayendo uno tras otros los señuelos, no estaba fácil, pero con la premisa de “ insiste y lo lograrás “, seguimos probando.

Así fué que entre unos palos y al reparo del viento, que a esa hora ya era considerable, el señuelo literalmente, cayó arriba la cabeza del “tigre”, su instinto feroz lo hizo cazarlo y ahí quedó prendido, no fue fácil sacarlo, si no hubiera sido por la gran destreza de Ricardo para acomodar la embarcación, perdíamos el dorado entre el palerío sumergido . Luego de unos minutos de lucha incansable sus fuerzas cedieron y fué el momento, el trofeo buscado todo el día se había convertido en realidad.

Fotos, saludos y vuelta a su hábitat natural, el río, como debe ser, la insistencia había dado sus frutos. El día estaba  hecho, gran variedad, cantidad y tamaño de bagres, y al final la frutillita: “ el tigre”.

Luego la tradicional fritanga y asado en la isla , seguido por anécdotas de pesca, infaltable en cada excursión y con el sol cayendo, regresamos hacia Sauce, donde en el camping “ Pura Isla” nos esperaban para deleitarnos con una picada sin igual.

 

Más allá de la amistad que nos unía  a cada uno, parecería que en cada salida de pesca, está fuera mayor, la pesca nos dá eso, no solo buenos momentos y recuerdos, sino también amistades imborrables .

Subir