Logo
Imprimir esta página

Correo Argentino: Sufrido Usuario del Servicio de Encomiendas

Correo Argentino: Sufrido Usuario del Servicio de Encomiendas

Oso-fete colo-rete … Hoy  NO  te toca recibir

 

Por  Tere Capdevielle

El señor  M.J.P. espera una encomienda. La pieza le fue enviada desde Buenos Aires el lunes último por   Correo Argentino y el seguimiento  vía internet permitió saber que el jueves, a minutos de las seis de la mañana, ya estaba en la sucursal local de la  empresa. Al momento de escribir esta nota,  lunes por la mañana,   el Correo Argentino de San Francisco aún no dispuso  hacer llegar  la encomienda   a su destinatario.  ¿Por qué?   Ah!... esas preguntas incómodas  que suelen  poner en evidencia responsabilidades  que nadie asume…Como se ve en el cuadro  copiado del sitio web de la empresa   http://www.correoargentino.com.ar/formularios”,  el paquete fue   despachado  el lunes 10 por la tarde y al día siguiente  ya estaba en  “proceso de clasificación” en Córdoba; a  las  6:40 del jueves llegó  al “centro de procesamiento” de San Francisco y hasta ahora  permanece ahí ,   aguardando  la  suerte de que hoy   (¡¡POR FIN!!) el reparto la lleve  hasta su destinatario. En resumen:   novecientos kilómetros  y el zarandeo de  varias oficinas, en tres días;   para  hacer   OCHO CUADRAS…   hasta hoy,    CUATRO DÍAS.

 El caso no es aislado  ni  constituye  una excepción.  La distribución de encomiendas  se realiza mediante  una tercerización;  desde la oficina encargada se dispone  quiénes  serán los destinatarios beneficiados, según residan  en la zona  norte  o sur  de la ciudad. En el medio, hay que tener en cuenta las interrupciones inevitables  por feriados  y  fines de  semana así como la disposición  o reticencia  del personal encargado.

 Hace tres años desterré al Correo Argentino  como servicio para enviar encomiendas.   Mi envío a san Salvador de Jujuy  en una caja  adquirida al C.A.  fue violentado  y saqueado en el trayecto a  su destino. La destinataria, una señora muy mayor que  aguardaba ansiosa su regalo de  cumpleaños,  no  tuvo la precaución de revisar los precintos de seguridad (habían sido  prolijamente acomodados para disimular el delito) y todo terminó en el “trámite del arbolito”.  La pobre mujer  rebotó  una y otra vez en sus reclamos en Jujuy  y   a mí no me fue mejor  en San Francisco.  Si hay archivo, la oficina local debe tener copia de mi  extensa exposición.  La respuesta que dio por cerrada la cuestión intentó hacerme entender que se  había tratado de un caso excepcional,  que lo sentían mucho, pero  que   la culpa  final era de la destinataria   que no debió recibir la pieza  en “esas” condiciones.  Faltó  algo así como un  “Doña… jorobesé  por bol… “

No obstante, no puedo  evitar  que  me envíen  encomiendas  por este servicio.  Mi suerte invariablemente  depende  de  qué  sector se eligió para   distribuir ese día y  de  la disposición  o la  displicencia según  sea el personal encargado de la oficina, en el caso de intentar retirar allí el paquete.    Porque  he comentado ampliamente lo sucedido  tengo  conocimiento de muchísimos  casos parecidos  al mío y   de otras experiencias  negativas y desalentadoras  de ex usuarios  del correo. Todas las personas  que resultaron damnificadas optan ahora por otro medio para el envío de correspondencia   o encomiendas.

 

Nunca  una queja, vea…

  Una frustrante experiencia personal   de los últimos días  -una  más en el historial de mi  trayectoria  como sufrida usuaria -   me lleva a entrevistar  al jefe de la repartición. El señor  Pedro Gómez  está en el cargo desde  2012  y habla con entusiasmo del  Correo Argentino, de las reformas edilicias que se proyectan para la  delegación  cuya planta funcional es en la actualidad  de  veintidós personas  (con ocho carteros) ,  de la importante expansión de las prestaciones a nivel de empresas   en lo que va de su gestión y  de su propia visión de la calidad    del servicio.  Me mira con asombro cuando  le pregunto  por las deficiencias  que  conozco  y padezco.  Me asegura  que  en  este período no hay constancia de una sola queja,   salvo   la  de “alguna ancianita  impaciente”  que alguna  vez protestó por la demora en las colas de ventanilla.  Destaca  que  un reclamo debe  hacerse por escrito, sin mayores requisitos de estilo o forma.  Pienso,  inevitable hacerlo,  en qué probabilidades habrá  de  que las personas comunes  disconformes  con el trato  o  la calidad del servicio,   sumen  a su disgusto  la imposición de  escribir una carta  contando qué les ha pasado…

                                          

 El que se quema  con leche…

 El deficiente  servicio de entrega de encomiendas  no es el único reproche  que  se le hace  al Correo Argentino,   Delegación San Francisco.    Hay,  en el decir  de un amigo,  “para hacer dulce”, vea…  Éstos, son sólo algunos ejemplos.

 La señora  M.B.   el 16 de diciembre envió  una carta simple a Italia; era  una salutación navideña;  a mediados de febrero  el cartero dejó la pieza en su buzón  sin ninguna constancia o aclaración  de qué había pasado con la pieza. Cuando hizo el reclamo en la Delegación, un empleado  -previa consulta al jefe-   le dijo que  probablemente   “alguien se equivocó de bolsa” (sic)   y por eso volvió. Eso sí:  dejar constancia de qué había pasado… ¡minga!...

G.A.  preguntó en ventanilla  por qué se le aconsejaba  mandar  un  sobre  -destino Buenos Aires-  por  “certificada” . - Pensé  que me aseguraban  rapidez ,  cuenta.  Pero no: la respuesta  fue:   “Carta simple,  no te aseguramos  que llegue”   (!!!!!!!!!!)

M.B.  está harto  de que el cartero que debe entregarle  certificadas,  ni  siquiera  toque  el timbre  y directamente  pasa al buzón el aviso de que la pieza deberá ser retirada en ventanilla. Obviamente  el talón dice  que “No se halló al destinatario”.   Y ni hablar  de empleados  que  prefieren ignorar el buzón de la puerta de entrada, para dejar  sobres  enganchados  en una  reja o arrojados a un jardín…

La suma  de  casos como éstos,  multiplicados en el tiempo   y sumados  a otros que están en el comentario del gran público,  inciden  negativamente  en la imagen  que se tiene del  Correo Argentino .  Quien ha pasado  por “esto”,  seguramente   no vuelve. Se lo digo  al señor  Gómez en la despedida y le aporto  un dato  realmente preocupante que no dice desconocer:  - Suele verse  a algún cartero, antes de salir al reparto,   palpar  los sobres    e intentar ver al trasluz  el contenido  (¡!).

 

No siempre fue  así

 

Hubo un tiempo lejano, en el que  el Correo era una institución señera que ejercía en plenitud  el rol  de servicio estratégico del país. Después  pasaron   Yabrán, el   grupo Macri, los  gremialistas corruptos  que  ayudaron al vaciamiento de la empresa  creando las condiciones “ideales” para que en el gobierno de la rata se dispusiera  su privatización…   Ahora, la empresa volvió al  Estado  Nacional  como ente autárquico.   Una responsabilidad enorme que no  pueden eludir  quienes deben  procurar  instalarlo nuevamente en la consideración y el respeto  de la población.

Todos los derechos reservados. Copyright 2013.